La década de los 60’s desencadenó una interesante oleada de propuestas y paradigmas en el escenario mundial de las artes. Ya el desarrollo tecnológico comenzaba a dar algunas luces. Observar la posibilidad de llegar a conquistar la luna, fue tan sorprendente como la hazaña musical planetaria alcanzada por aquellos cuatro excéntricos chicos de Liverpool. Y vaya que sí hubo cambios. La avanzada musical definitivamente sería otra a partir de aquellos días. Era el preludio de un “Woodstock” girando en torno a una joven generación de talentos, que sin dejar de ser leales a sus raíces latinas, definieron muy bien su concepto musical como auténtica expresión del Harlem de Nueva York. Así surgiría el Boogaloo y el Shingaling, como una corriente con claros elementos del Pop moderno fusionada con un evidente aire de ritmo cubano.
En el ambiente del “Latin Soul” americano, un grupo de jóvenes había tomado por asalto un nuevo reducto musical con personalidad propia. En consecuencia, la propuesta presentaría una opción de baile como interpretación local. Se insiste en que la inspiración parte de una “Guajira in Blue”. Como quiera que sea, algunos de estos noveles músicos —que se habían nutrido de las influencias de los tres grandes y las clásicas orquestas cubanas de los 40’s y 50’s- intuyeron la necesidad de tender un puente, entre el cadencioso ritmo afrocubano, y el abrumador movimiento Pop americano, donde este último en particular centraría su intención de ritmo en un atractivo sentido hacia el baile. El éxito del ritmo era el producto de su propia figura de baile. Y esto no es sólo un axioma comercial discográfico. Los negros americanos y los descendientes de latinos en NYC habían encontrado un modo común de interpretar su propia mezcla rítmica y vocal: el Boogaloo.
Joey Pastrana es uno de aquellos legendarios chicos que a mediados de la fulgurante década de los 60’s, dirigió su dotación y estilo de banda hacia la interpretación del moderno acento de “Latin Soul” conocido como Boogaloo. Es probable que cualquier conjunto clásico de Salsa de NYC de aquella época pudiera fácilmente —y con toda propiedad— interpretar y ejecutar los rudimentos del Boogaloo; sin embargo, no todas las agrupaciones nacientes del género Boogaloo podían hacer lo mismo frente a los ritmos cubanos usualmente abordados en la “Salsa”. No obstante, Joey Pastrana sería una excepción. Él supo mantener un discreto equilibrio en su interpretación de ambos géneros.
Tal vez su “Rumbón Melón” se ha convertido en una de las más difundidas antologías del sonido tradicional de la Salsa de NYC. El reconocido músico y director de orquesta venezolano, Johnny Sedes, en una entrevista para la radio expresó: “La aparición de los temas ‘Fango’ y ‘Rumbón Melón’ fijaron las directrices de cómo tenía que ‘sonar’ la Salsa de NYC. A partir de estos temas, algunos conjuntos del Son Moderno de Nueva York (Salsa) siguieron esa ruta: el tipo de sonido, arreglos, acento, estilo, dotación, etc.”. Particularmente pienso que esta reflexión del Maestro Johnny Sedes es digna de ser apreciada y valorada en su contexto.
En el ambiente del “Latin Soul” americano, un grupo de jóvenes había tomado por asalto un nuevo reducto musical con personalidad propia. En consecuencia, la propuesta presentaría una opción de baile como interpretación local. Se insiste en que la inspiración parte de una “Guajira in Blue”. Como quiera que sea, algunos de estos noveles músicos —que se habían nutrido de las influencias de los tres grandes y las clásicas orquestas cubanas de los 40’s y 50’s- intuyeron la necesidad de tender un puente, entre el cadencioso ritmo afrocubano, y el abrumador movimiento Pop americano, donde este último en particular centraría su intención de ritmo en un atractivo sentido hacia el baile. El éxito del ritmo era el producto de su propia figura de baile. Y esto no es sólo un axioma comercial discográfico. Los negros americanos y los descendientes de latinos en NYC habían encontrado un modo común de interpretar su propia mezcla rítmica y vocal: el Boogaloo.
Joey Pastrana es uno de aquellos legendarios chicos que a mediados de la fulgurante década de los 60’s, dirigió su dotación y estilo de banda hacia la interpretación del moderno acento de “Latin Soul” conocido como Boogaloo. Es probable que cualquier conjunto clásico de Salsa de NYC de aquella época pudiera fácilmente —y con toda propiedad— interpretar y ejecutar los rudimentos del Boogaloo; sin embargo, no todas las agrupaciones nacientes del género Boogaloo podían hacer lo mismo frente a los ritmos cubanos usualmente abordados en la “Salsa”. No obstante, Joey Pastrana sería una excepción. Él supo mantener un discreto equilibrio en su interpretación de ambos géneros.
Tal vez su “Rumbón Melón” se ha convertido en una de las más difundidas antologías del sonido tradicional de la Salsa de NYC. El reconocido músico y director de orquesta venezolano, Johnny Sedes, en una entrevista para la radio expresó: “La aparición de los temas ‘Fango’ y ‘Rumbón Melón’ fijaron las directrices de cómo tenía que ‘sonar’ la Salsa de NYC. A partir de estos temas, algunos conjuntos del Son Moderno de Nueva York (Salsa) siguieron esa ruta: el tipo de sonido, arreglos, acento, estilo, dotación, etc.”. Particularmente pienso que esta reflexión del Maestro Johnny Sedes es digna de ser apreciada y valorada en su contexto.
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